Mi cuate Pape ha publicado un par de cosas en Loftstiler que me pusieron a pensar sobre el elitismo que nos rodea para, invisible, permear toda la actividad social y cultural de nuestros grupos. ¿Qué tan malo o bueno es?
Empecemos por el principio: el elitismo es la creencia - y la actitud de ahí derivada - de que las opiniones de los miembros de un grupo selecto de personas con alguna característica distintiva son las más válidas. Es de esta idea que se desprende el concepto de discriminación; si no perteneces a la elite eres inferior a sus miembros; si no perteneces eres naquito.
Bajo esta premisa, si tengo más dinero que tú, o si tú estilo de vida no concuerda con el mio, o si tu color de piel no es el del grupo dominante al que yo pertenezco, o si no tienes la herramineta correcta entre las piernas, puedo sentirme superior a tí. ¡Que primitivo!
"Yo no discrimino": aseveración estándar que escupimos con la seguridad de que hasta lo dicen en la tele. Sin embargo, es una convención social que me atrevo a cuestionar: pensemos en el motivo de la actitud de superioridad y no en la actitud en sí misma. ¿Qué acaso no sientes que eres una mejor persona que un violador de niñitas? ¿o qué un político mentiroso y ratero? ¿o que un alcohólico que golpea a su familia? ¿No excluyes de tu círculo social al mochaorejas y a la mataviejitas? Discúlpenme por validar esos casos; discúlpenme por discriminar y elegir no rodearme de estos personajes.
Me puse a pensar y a leer. Seguí con las manifestaciones culturales. Recordé el aire de superioridad con el que escucho a los que me cuentan del más nuevo embarazo celebrity o los resultados del reality show en boga; misma actitud que repito cuando alguien me recomienda un libro de Coelho o la película de The Secret. ¿Quién soy yo para juzgar los gustos de los otros? Pero lo hago, y lo hago con gusto.
Hace poco tuve una conversación con el Gil sobre la democratización de los movimientos artísticos: un exponente, de manera simultánea, deja de ser interesante para los expertos y alcanza el mainstream. Las modas se van y los clásicos se quedan para regresar a ese grupo selecto que supo apreciarlos inicialmente.
¿Es malo este tipo de discriminación de la cultura chatarra y de la vil mercantilización de las más puras experiencias sensoriales? No! Me parece, por el contrario, que denota buen gusto. Les dejo la definición e importancia de esa actitud en palabras de E.M. Forster:
Empecemos por el principio: el elitismo es la creencia - y la actitud de ahí derivada - de que las opiniones de los miembros de un grupo selecto de personas con alguna característica distintiva son las más válidas. Es de esta idea que se desprende el concepto de discriminación; si no perteneces a la elite eres inferior a sus miembros; si no perteneces eres naquito.
Bajo esta premisa, si tengo más dinero que tú, o si tú estilo de vida no concuerda con el mio, o si tu color de piel no es el del grupo dominante al que yo pertenezco, o si no tienes la herramineta correcta entre las piernas, puedo sentirme superior a tí. ¡Que primitivo!
"Yo no discrimino": aseveración estándar que escupimos con la seguridad de que hasta lo dicen en la tele. Sin embargo, es una convención social que me atrevo a cuestionar: pensemos en el motivo de la actitud de superioridad y no en la actitud en sí misma. ¿Qué acaso no sientes que eres una mejor persona que un violador de niñitas? ¿o qué un político mentiroso y ratero? ¿o que un alcohólico que golpea a su familia? ¿No excluyes de tu círculo social al mochaorejas y a la mataviejitas? Discúlpenme por validar esos casos; discúlpenme por discriminar y elegir no rodearme de estos personajes.
Me puse a pensar y a leer. Seguí con las manifestaciones culturales. Recordé el aire de superioridad con el que escucho a los que me cuentan del más nuevo embarazo celebrity o los resultados del reality show en boga; misma actitud que repito cuando alguien me recomienda un libro de Coelho o la película de The Secret. ¿Quién soy yo para juzgar los gustos de los otros? Pero lo hago, y lo hago con gusto.
Hace poco tuve una conversación con el Gil sobre la democratización de los movimientos artísticos: un exponente, de manera simultánea, deja de ser interesante para los expertos y alcanza el mainstream. Las modas se van y los clásicos se quedan para regresar a ese grupo selecto que supo apreciarlos inicialmente.
¿Es malo este tipo de discriminación de la cultura chatarra y de la vil mercantilización de las más puras experiencias sensoriales? No! Me parece, por el contrario, que denota buen gusto. Les dejo la definición e importancia de esa actitud en palabras de E.M. Forster:
Un brindis por todos aquellos camaradas que reconozco secretamente como finísimos aristócratas a la Forster.
Creo en la aristocracia... No una aristocracia de poder, basada en el rango e influencia, sino en una aristocracia de los considerados, los sensibles y los valientes. Sus miembros se hallan en todas las naciones y clases, a lo largo de todos los tiempos y existe un entendimiento secreto entre ellos cuando se encuentran. Representan la verdadera tradición humana, la única victoria permanente de nuestra extraña raza sobre la crueldad y el caos... Siguen su marcha - un ejército invencible aunque todavía no victorioso. Los aristócratas, los seleccionados, los elegidos, la Mejor Gente - todas las palabras que los describen son falsas y todos los intentos por organizarlos fracasan...Una y otra vez la autoridad, como el Sacerdocio Egipcio o la Iglesia Cristiana, o el Servicio Civil Chino, o algún otro ardid digno de mencionarse, viendo su valía, ha tratado de capturarlos y utilizarlos. Pero se escapan a través de la red y se van: cuando la puerta se cierra ellos ya no están en el cuarto; su templo... es la santidad de la imaginación del corazón, y su reino, aunque nunca lo posean, es el mundo entero.
2 comentarios:
Supongo que haces referencia al post de la menstruación... ja! porque el del racismo lo escribió la foca!
Yo estoy más de acuerdo con Raskolnikov que con su propio creador. Los verdaderos Inmorales son el catalizador del cambio, para dejar lo charcos poco profundos.
El estado del arte actual y la masificación de la estupidez, tema amplisimo... tal vez podamos brindar y conversar al respecto si esque nos topamos alguna vez en un lugar con menos de 150 dB.
cómo sigue de la mandibulona?...
yo acá leí tu msg...qué locochón. Por cierto que hace poco en una cena también me encontré a un pariente lejano, que ni sabíamos hasta que mencionamos el apellido segundo.rA-rón y luego también es de empalme...
Por cierto que mi abuelo fue ferrocarrilero y de los high acá que movía a las masas de los trenes...locoloco.
bueno y ya puedes comer gansitos?
saludos Ponch.
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