viernes, 15 de enero de 2010
a darle
Somos las huestes de la segunda Revolución Agricultural. Hemos venido a liberar a los Hombres y a la Tierra del yugo de la Máquina. Hemos venido a traer la paz. Regocijaos!
Nuestro objetivo conjunto es la paz y la felicidad no la eficiencia y ni la riqueza.
Dejemos de tratarnos como máquinas. No debemos pensar, por ejemplo, que tenemos botones de ENCENDIDO capaces de finalizar periodos de descanso y contemplación de manera inmediata. Comer bien es más importante que comer rápido. Somos hombres y mujeres.
Liberémonos de los frutos de las máquinas. Si eres lo que comes y lo que te rodea ¿prefieres ser un arbol o un engrane?
Liberemos a la Tierra de la Máquina. Trata a la Vida con respeto y atención. Siempre maravillados. Cuida lo que viene de la Tierra. Una vaca perpetuamente embarazada es algo antinatural.
Conquistar a la Máquina. USARLA. Esclavizarla a la voluntad de la Vida. Darle propósito. Diseñarla.
Domesticar al dinero. Detener su salvajismo. Convertirlo en un aliado.
El Hombre es bueno. Solo así logro explicarme nuestra histeria y depresión colectiva. Nos sentimos culpables. Nos sentimos impotentes. Nos sentimos avergonzados.
Ricos y pobres sufren la hamburna. Unos por escasez otros por enfermedad. Nos sentimos poco adecuados.
Busquemos la eficiencia. Pero en pro del ocio y la belleza no por el crecimiento pecuniario. El dinero ya ha crecido suficiente. Regresemos la atención a la Tierra. Hay que regar el jardín.
Busquemos la suficiencia y la satisfacción. Más con menos.
viernes, 18 de julio de 2008
shitty little things that get in my nerves
engrapadora que no engrapa
encendedor que no prende
mesero que se equivoca
uña enterrada
curita que se despega
lunes, 9 de junio de 2008
Arbeitsreiβen im Deustchland 101 - Koffein
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café espresso
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4 horas de electroquímica aplicada
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aprendí la lección
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Arbeitsreiβen im Deustchland 101 - München und die Europameisterschaft
Parks, hotels, and palaces
Promenades and avenues
Real life and postcard views
Elegance and decadence
Cuando llegué a Munich compré uno de esos libros de viaje rojos y amarillos, de esos que tradujo al español un gachupín incompetente que le dice Luis al rey Ludwig. No contaba con mucho tiempo, pero a la luz de mi poderoso aliado impreso y con un moderno medio de transporte a mi alcance - la bici de Herr Mertz - me decidí a tomar el tour de la ciudad vieja. Lo primero que noté, con tristeza, fue que el centro de esta antiquísima urbe esta siendo homogeneizado al terrible paso de nuestros veloces tiempos. Dónde antes había un monasterio ahora hay un centro comercial, lo que antes era un edificio de hermosas casas aristocráticas hoy alberga un H&M, dos Starbuck's y e incontables establecimientos de comida rápida gringa. Esta ruidosa calle te lleva a Marienplatz donde el reloj del "nuevo" edificio de gobierno hace bailar, 2 veces al dia, un grupo de figuras humanas en sus campanarios. Es como un cucú gigante... eso es lo bueno y lo malo del asunto.
Poco a poco el políglota ruido de los turistas se va cambiando por un agradable murmullo local... pásele marchantita, que aquí hay de todo. Día de mercado!
frutas y legumbres, quesos y panes, vino y artesanias, pescado freso y embutidos... y en el centro un Bier Garten para que veas a la gente pasar.
Los bávaros regatean poco; son un pueblo conservador al que le gusta sentarse a beber cerveza en tarros enormes. Nadie se mete contigo.
Luego de un par de horas ahí, la mejor idea es dirigirse al museo de la ciudad. Me tocó el último día de la exposición Typish München: Objetos e imágenes de: los primeros asentamientos de la ciudad, la Edad Media y la peste, los románticos, los primero discursos de Hitler y sus primeros seguidores, la destrucción de la guerra, la tragedia en las Olimpiadas del 72... aquí ha pasado de todo.
Los espacios cerrados apestan, en el sentido más literal de la palabra. ¿Qué esta gente no percibe su propio olor? Decidí ir a dar la vuelta y buscar un parque para sentarme a leer.
¿¡Cómo olvidar que empezaba la euro!? Me fui al Hoffbrauhaus que, al parecer, son las viejas instalaciones de la cervecería real. No fue sino hasta bien entrado el s. XIX que se le permitió a todos los ciudadanos beber cerveza, pues antes se le consideraba un lujo reservado para la clase gobernante. Los plebeyos, al parecer, aprendieron rápido pues sus descendientes beben cual vikingos en conquista. Pantallas gigantes, cervezas gigantes, pretzels gigantes, todo en porciones enormes. Wonder what they're making up for...
Al parecer bebí de más pues me caí de la bici camino a la estación y me quedé dormido en el tren. Llegando a Weilheim vi cómo se alejaba el último vagón de la locomotora que iba a mi pueblo. 12pm, 12km... hermosa coincidencia ciclística.
Al día siguiente me desperté con un ligero dolor de cabeza y un insoportable dolor muscular en las piernas. Tomé un baño para recuperar fuerzas y cuando me disponía a descansar sonó la puerta de mi cuarto.
- Alfonso! Dis ist Mister Merz. Are you ready? We go to zhe lake and eat lunch!
Chale... neta? Me puse una camisa y me fui al equivalente bávaro del restaurante Del Lago. Wolfgang Mertz sabe lo que hace. Me tome una cerveza bajo el Sol (que por fin se digno a salir) y me comí medio pato. Una regordeta puberta vestida de blanco y su enorme festín aparecieron en el jardín: una primera comunión!! "La risa, remedio infalible" predica el Selecciones de Reader's Digest, mis males se disiparon.
Pasamos la tarde en el castillo de Neuschwanstein y de ahí a ver a los germanos vencer a Polonia en su partido inaugural.
viernes, 6 de junio de 2008
Arbeitsreiβen im Deustchland 101 - Was zu tragen
Dicen que en Bavaria siempre sale el Sol. Dicen. Mi experiencia es diferente. No ha parado de llover. Es más, son las 8 de la noche en viernes y no puedo salir de mi cuarto. Aparentemente hubo excelente clima hasta que yo aparecí. Debe ser parte de la conspiración de los ingleses. “Aquí manejamos por la izquierda y en Bavaria hay un gran clima”. Si, claro. Aún si saliera, decidido a vencer a Thor, me encuentro en un pequeño pueblo que se llama Passenberg, a media hora de un pueblo un poco más grande que se llama Weilheim, a poco más de una hora de Munich. Es como decir que estoy en un pueblo a las afueras de las afueras de…. ¿Torreón? No hay nada que hacer más que jugar carambola en el Steppin' o visitar una estatua que está cerca de mi hotel. Me hospedo, por cierto, en un hotel / carnicería. Interesante combinación. Presiento la solución del misterio del contenido del Würst.
Sin embargo agradezco la lluvia. Si hiciera calor, el hedor que despide la ropa que mis colegas no se han quitado en cuatro o cinco días sería muchísimo peor. Es como una mezcla entre laboratorios, papas, embutidos y sexo. Nice. Aunque, al César lo que es del César, eso de no cambiarse representaría grandes ahorros de tiempo, dinero y agua para nuestras hormigas oficinistas mexicanas. ¿Todos a favor? Si es el precio de que las cosas funcionen como funcionan aquí… venga. El país parece relojito. Todo está tan perfectamente planeado y definido que las manijas de las puertas y ventanas de todos los edificios son iguales. All vork and no play make Franz happy boy.
Foto 1. La planta de tratamiento de aguas de Weilheim.
Foto 2. La estatua del caminante. (bautizada por mí)